El hombre al que le perdonamos todo.



Alex Kouri, Alan García y el actual burgomaestre chalaco, Juan Sotomayor
Foto: La República

por Martín Soto Florián

Los primeros relatos que oí sobre él, estaban llenos de crítica pero encerraban cierta admiración. Apreciaba ello en detalles como la delgada e imponente figura que tenía, las plazas que llenaba con su verbo, la cantidad enorme de gente que le quería. Del 85 al 90 tuvo un fracaso rotundo. Por donde se mire fue un gobierno de desastre en un contexto de desastre. Descubrió allí lo que Henry Pease llamaba en clase: la huida hacia adelante. 

El presidente García es el hombre al que le perdonamos todo. Es nuestro emperador, nuestro Cesar, nuestro Lex Luthor, nuestro Anakin Skywalker, el verdadero Pachacutec, el Felipe González que no tuvimos, el Berlusconi criollo que humilla a su esposa solo porque se le ocurre que ello funciona. 

García tiene todas las acusaciones. 
Lean bien por favor: todas todas. Desde la matanza del frontón, los negocios con los italianos, los favores a los 12 apóstoles, el dólar muc, los mirage, las propiedades y bienes que solo crecen al final de cada gobierno, los narcoindultos, los títulos que no tiene, el asesinato en la curva del diablo, y la lista es de nunca acabar. 

Jamás ha comparecido ante la justicia. Lean bien por favor: su inocencia nunca ha tenido que ser probada a pesar de acusaciones del tamaño de una casa, sobre asuntos públicos.

Sin embargo, todo se lo hemos perdonado. Todo se lo hemos permitido. 

Redactaba esto pensando en el plagio de Acuña, en la alianza con el PPC, en la posibilidad de que no milagrosamente no suba y su ego lo obligue a dejar la contienda electoral, mientras me sorprende otra noticia: en el Callao, concretamente en el lugar donde he crecido y vivido, Santa Rosa City, en la zona de las fábricas en la Av. Bertello, un vigilante “habría intentado impedir que pintaran el nombre de la candidata [del APRA-PPC] Naldy Sotomayor [hermana del alcalde del Callao] en la fachada de la fábrica que custodiaba”. Luego de ello fue asesinado. 

Esto no tiene que ver con Alan García, a quien le perdonamos todo. Esto tiene que ver con nosotros, cada uno de nosotros como ciudadanos de una República, como gente con derechos. Esto tiene que con que la vida tiene que valer algo, con que la política y los políticos, y la maravillosa alianza de partidos políticos: APRA y PPC tiene que responder por esto. 
No podemos seguir mirando desde el balcón mientras al país colapsa y el Callao se desangra, ahora no por sicarios, sino por pseudo simpatizantes políticos. 


El Callao no debe ser más el lugar donde siempre pasa de todo y nunca pasa nada.