El espiral No. 8: Despertando a Afrodita

Escribe:
Carla Giannina Jiménez
Coach Ontológico y de vida
carlagianina@gmail.com

“El erotismo da miedo porque se lleva las palma en el exceso, se abre en la superabundancia y en lo ilimitado. Eleva el instinto a categoría de un arte de amor, y por lo tanto de vivir” Sophie Chauveau

La vergüenza es una emoción mixta, tiene dos emociones básicas: el miedo y la tristeza.

La vergüenza aparece cuando sientes que estás transgrediendo normas y valores del status quo; cuando eso sucede te escondes, te ocultas, huyes o te tapas.
La vergüenza en mi vida se hizo notoria alrededor de los seis o siete años cuando ingresé a la escuela. Antes vivía ignorándola, vivía con mucha libertad; incluso desistí ir al jardín porque no estaba a gusto y preferí los juegos en casa junto a mi hermana.

En la escuela, se resaltaba mucho cómo usar el uniforme: la falda debajo de las rodillas, medias altas, cabello bien recogido, no conversar con chicos (y menos si llevabas puesto el uniforme), no tener enamorados, no salir a la calle, etc.
Como resultado de toda esa avalancha de reglas me llené de prejuicios, me costaba tener amigos y enamorados porque me gustaba cumplir con las reglas por temor al rechazo.

Cuando llegó la época universitaria, fue como si una olla presión explotara, me di cuenta que había vivido en una burbuja, y como buena alumna empecé a ponerme al día de todo lo que no había vivido. Viví una adolescencia tardía.
Sin embargo, recuerdo que la vergüenza no se iba y me daba cuenta porque casi en todo me ruborizaba; me ponía roja y se convertía como un freno, no había disfrute, menos placer.

Al iniciar mi vida laboral, recuerdo un viaje con una gran amiga; nos fuimos a Cuenca, Ecuador y mi manera de vestir llamó su atención por las caffarenas y ropa ancha; me dijo: ¿te has dado cuenta cómo te vistes?, como si te escondieses. "¡ah no!", me dijo, en este momento hay que cambiar eso. Es ahí que me vestí con su ropa. Aquel suceso quedó tan marcado que decidí hacer algunos cambios.

Un trabajo significativo en torno a la vergüenza fue cuando la maestra coach, notó la rigidez en mi cuerpo al intentar bailar con ella y luego con apoyo de un compañero, logré soltar un poco y expandirme. Según los chakras (centros energéticos) la emoción de la vergüenza bloquea el chakra del plexo solar y como resultado disminuye tu poder personal.

Después de esa experiencia, volví a la práctica del yoga, realizo un poco de baile o una caminata con movimiento de caderas y puedo notar la diferencia. Es importante resaltar que cuando ceso la práctica, retorna la vergüenza y la rigidez.

En este tiempo (año y medio) siento que poco a poco voy despertando la Afrodita - que es el erotismo - en mí, la emoción que ponemos en la sombra cuando hay vergüenza. La mayoría de personas tiene un concepto erróneo de esta emoción y su mirada se traslada solo al plano sexual, es importante recordar que gracias a esta emoción evocamos el disfrute, el goce y las ganas de vivir.

Venus pintada por Boticcelli
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