El espiral No. 16: Sentido en el Sin-sentido

por Carla Giannina Jiménez

"El bosque en la tierra crece hacia arriba”
Hexagrama 46: Sheng


La sensación es como si hubiesen pasado años cuando en realidad, han transcurrido siete meses calendario desde que dejé de escribir. Ahora, retomo con curiosidad y con un espíritu renovado.

Las pausas en mi vida han sido pocas, siempre he tenido como el ímpetu de hacer y hacer sin parar; de hecho, me gusta estar en movimiento, lo disfruto. Sin embargo, estas dos últimas décadas ‘el cuerpo’ ha sido el intermediario y me ha provisto de mensajes a través de estados adaptativos de salud (enfermedades) de cómo estaba conduciendo mi vida. Desde mi antigua mirada, yo me había convertido en una exterminadora de la enfermedad, buscaba eliminar cualquier síntoma y estar nuevamente lista para volver al ruedo y seguir con mi vida; hasta que el 2005 me diagnosticaron que era alérgica a los antinflamatorios (aines), creo que fue un mensaje claro del universo: “no más anestesia, contempla la enfermedad como un estado de transformación de tu ser” y, a partir de esa fecha, disminuí el consumo de paliativos e inicié una búsqueda distinta para sanar.

Según la medicina tradicional China, el dolor –físico o del alma- aparece como una manifestación del cielo que nos avisa que nos hemos descarrilado de nuestro propósito de vida. En ese sentido, el dolor es necesario, se convierte en una alarma.


Era fines de mayo y me encontraba en clases muy contenta; soy profesora en un instituto, estaba al medio explicando un tema, (normalmente pongo a los y las alumnas en ‘u’ invertida para poder mirarlos y establecer conexión) estaba tan entusiasmada con el tema y de un momento a otro mi mente se nubló, las piernas se doblaron, el respirar y hablar se tornaron difíciles. No entendía nada. Yo quería seguir hasta que dije: “No sé qué me pasa” y los alumnos de inmediato me ayudaron y fueron por ayuda.

A partir de esa fecha los días cambiaron, sentía miedo por los síntomas súbitos. Lo único que me repetía es que estos episodios estaban trayendo un mensaje que no sabía bien cual era. Al comienzo sentía resistencia, lloraba de impotencia, no había vivido antes una situación parecida, me rendí y poco a poco me sumergí en la incertidumbre – al mundo del saber- y contemplar ese movimiento… decidí recurrir a mi maestro Martos e iniciamos el camino de ‘lo siempre posible’.


En todo ese tiempo no dejé de contemplar cada día, siento como si ‘los ataques de pánico’ me devolvieran al momento presente, al aquí y al ahora, era increíble, cada instante sin pánico se convertía en un momento glorioso. El siguiente paso fue cesar la lucha contra el pánico y entrar en una dinámica de humildad y amor para escuchar, ¿a qué se debía la inquietud del emperador corazón? Y lo que sentí es que mi alma, necesitaba cAlma… ¿y cómo habitar la calma? Me fui dando cuenta que cuando entro en una dinámica de competencia con otros, la pierdo mientras que el arte, el descanso, el humor y el cielo a través de sus intermediarios me ayudan a retornar al origen, el “para qué vine a este mundo”

Después de contemplar esta experiencia significativa y llena de regalos, me quedo con algo que transmitió el maestro J.L.P en Cumbayá, Quito: “Somos seres sanos con una particularidad porque si partimos de ser un modelo saludable vamos a seguir siendo saludables” Y le agregaría, “si cesamos de luchar y entramos a un estado de contemplación, las posibilidades son infinitas como el universo”

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