"Soy mujer y paro la olla" ha sido la frase que ha “conmocionado” a muchos
detractores de Julio Guzman en los últimos días. Resulta que el candidato
presidencial morado confesó que actualmente no trabaja y quién se encarga
de pagar las cuentas en casa es su esposa.
¿Qué pasó luego de eso? Aquí te lo cuento.
Lo que me
sorprende de este asunto es que, meses atrás un candidato presidencial ha sido acusado de "pegalón” y por otra parte, un expresidente hizo trizas la
dignidad de su esposa a través de un mensaje a la nación. Ninguno de los dos recibió crítica
alguna, ninguno de los dos fue víctima de una campaña de demolición tan bien
orquestada y apoyada por el ciudadano de
a pie; ¿Qué podemos aprender de esto?,
Que para un
gran porcentaje de la población es mucho más factible asimilar algún tipo de
maltrato o agresión hacia la pareja, pues, permitir que con el fruto de su
esfuerzo pueda hacerse cargo de la economía en tu hogar es “indignante”
En mi
opinión, lo hecho por Michelle - la esposa de Julio Guzmán - es aplaudible, más
no heroico.
Al igual
que ella, muchas mujeres peruanas diariamente salen a trabajar y a contribuir
económicamente en sus hogares; muchas de ellas aguantan insultos y faltas de
respeto por parte de “palomillas de ventana”, lo cual es solo la punta de una
pirámide gigantesca de problemas que atraviesa una mujer en nuestra sociedad,
plagada de machismo y desigualdades.
Quiero
aprovechar esta última línea para aclarar que no comulgo con Guzmán. Si bien es
cierto tiene ideas “revolucionarias” en algunos aspectos, es un personaje del
que se sabe muy poco y su corta estadía en instituciones del estado deja
ciertas suspicacias.
En esta
elección pienso votar con convicción y no emocionado por un futuro soñador,
pero tampoco podría quedarme callado ante un hecho tan asqueroso como es apelar
al machismo para atacar a otro candidato.