El Espiral No. 3: De la crítica a la edificación

“Nos convertimos en lo que pensamos, todo lo que somos surge de nuestros pensamientos, con nuestros pensamientos creamos el mundo” Buda
Desde niña, escuché muchas cosas, de las más significativas, estaba relacionado a mi cuerpo, a su tamaño y grosor, entre ellas: “¡Qué chancha estás!, ¡ya no comas!, ¡cómo comes!, ¡estás muy gorda!, ¡Así nadie te va a querer!...etc.”

Y de escuchar tantas veces lo mismo, lo creí, creí que era “una niña gorda y fea”, que “nadie me iba a querer porque era gorda”, y mis días de juegos, estudios también pasaban frente a un espejo para ver mi aparente “voluminoso vientre y brazos regordetes” y así fui creciendo, teniendo creencias, juicios crueles sobre mí misma, situación que nadie sabía, era como llevar la procesión por dentro.

Estas creencias fueron cobrando fortaleza porque pese a opiniones de amigos y amigas que me decían lo contrario, estaba obstinada a que no era cierto, tal es así que sin ser consciente fui una universitaria “bulímica – anoréxica” lo llegué a reconocer después que acabara la universidad; vi una foto mía, ultra delgada, sin los habituales cachetes chaposos que me caracterizaba, en ese momento sentí tristeza y asombro porque me di cuenta que las percepciones eran distintas y que detrás de ese insano rechazo,  había una real baja autoestima pero no hice nada al respecto, hasta que llegó el mundo del coaching a mi vida y con miedo fui ingresando a mi mundo, a un proceso de introspección que tanto temía porque iba a descubrir cosas íntimas, es decir, mis luces y mis sombras.

Y efectivamente, así fue. Descubrí que mi forma de ser auto exigente, provenía del rechazo que había sentido de niña. Por ello, cada vez que había que “hacer algo por otro(a)” me esmeraba obsesivamente para no ser rechazada, ni excluida.

Sin embargo, cada descubrimiento de tu SER es como una cebolla, hay capa, tras capa, se necesita seguir profundizando y trabajando en ti misma(o) y VIVIR es la oportunidad perfecta para seguir evolucionando.

Hace unos meses leí un artículo de Mabel Katz que trabaja el Hoonopono y contó su historia del por qué le resultaba difícil bajar de peso y también estaba relacionado con su experiencia de niña y ella empezó a trabajar con su “niña interior” y le ayudó.

En mi caso, después de descubrir “las declaraciones, opiniones que escuché de niña, me encuentro trabajando con mis nuevas declaraciones como: “me amo y me acepto tal como soy”, “soy valiosa y creo prosperidad y amor” y la relación con la comida, cada vez mejora, estoy construyendo una relación desde el amor y ya no desde la culpa, además que he ido implementando hábitos para llevar una vida saludable;  cada vez, escucho lo que me digo y procuro que mis opiniones sean compasivas y amorosas, aunque no falta por ahí las antiguas opiniones, solo que procuro no luchar sino “ser con eso” es decir que se queden un rato, sé que  no permanecerán mucho tiempo y otra actividad que me ha ayudado de forma increíble es “meditar”. Estas actividades me están ayudando a elevar mi autoestima y mi valor sobre mi misma y en cuanto a las opiniones de las personas, pues recuerdo un acuerdo de Miguel Ruiz “No te tomes nada personal”.

Y, justo, ahora que hay dos acontecimientos importantes, el eclipse solar y la conmemoración del 8 de marzo “Día Internacional de la mujer” aprovecho para rendir homenaje a todas las mujeres del mundo porque son el portal de la vida y la sabiduría de este mundo.


Como obsequio a la humanidad les dejo esta meditación guiada de Louise Hay.