“Nos
convertimos en lo que pensamos, todo lo que somos surge de nuestros
pensamientos, con nuestros pensamientos creamos el mundo” Buda
Desde niña, escuché muchas cosas, de las más
significativas, estaba relacionado a mi cuerpo, a su tamaño y grosor, entre
ellas: “¡Qué chancha estás!, ¡ya no comas!, ¡cómo comes!, ¡estás muy gorda!,
¡Así nadie te va a querer!...etc.”
Y de escuchar tantas veces lo mismo, lo creí, creí que
era “una niña gorda y fea”, que “nadie me iba a querer porque era gorda”, y mis
días de juegos, estudios también pasaban frente a un espejo para ver mi
aparente “voluminoso vientre y brazos regordetes” y así fui creciendo, teniendo
creencias, juicios crueles sobre mí misma, situación que nadie sabía, era como
llevar la procesión por dentro.
Estas creencias fueron cobrando fortaleza porque pese a
opiniones de amigos y amigas que me decían lo contrario, estaba obstinada a que
no era cierto, tal es así que sin ser consciente fui una universitaria
“bulímica – anoréxica” lo llegué a reconocer después que acabara la
universidad; vi una foto mía, ultra delgada, sin los habituales cachetes chaposos
que me caracterizaba, en ese momento sentí tristeza y asombro porque me di
cuenta que las percepciones eran distintas y que detrás de ese insano rechazo, había una real baja autoestima pero no hice
nada al respecto, hasta que llegó el mundo del coaching a mi vida y con miedo
fui ingresando a mi mundo, a un proceso de introspección que tanto temía porque
iba a descubrir cosas íntimas, es decir, mis luces y mis sombras.
Y efectivamente, así fue. Descubrí que mi forma de ser
auto exigente, provenía del rechazo que había sentido de niña. Por ello, cada
vez que había que “hacer algo por otro(a)” me esmeraba obsesivamente para no
ser rechazada, ni excluida.
Sin embargo, cada descubrimiento de tu SER es como una
cebolla, hay capa, tras capa, se necesita seguir profundizando y trabajando en
ti misma(o) y VIVIR es la oportunidad perfecta para seguir evolucionando.
Hace unos meses leí un artículo de Mabel Katz que trabaja
el Hoonopono y contó su historia del por qué le resultaba difícil bajar de peso
y también estaba relacionado con su experiencia de niña y ella empezó a
trabajar con su “niña interior” y le ayudó.
En mi caso, después de descubrir “las declaraciones,
opiniones que escuché de niña, me encuentro trabajando con mis nuevas
declaraciones como: “me amo y me acepto tal como soy”, “soy valiosa y creo
prosperidad y amor” y la relación con la comida, cada vez mejora, estoy
construyendo una relación desde el amor y ya no desde la culpa, además que he
ido implementando hábitos para llevar una vida saludable; cada vez, escucho lo que me digo y procuro
que mis opiniones sean compasivas y amorosas, aunque no falta por ahí las
antiguas opiniones, solo que procuro no luchar sino “ser con eso” es decir que
se queden un rato, sé que no permanecerán
mucho tiempo y otra actividad que me ha ayudado de forma increíble es “meditar”.
Estas actividades me están ayudando a elevar mi autoestima y mi valor sobre mi
misma y en cuanto a las opiniones de las personas, pues recuerdo un acuerdo de
Miguel Ruiz “No te tomes nada personal”.
Y, justo, ahora que hay dos acontecimientos importantes,
el eclipse solar y la conmemoración del 8 de marzo “Día Internacional de la
mujer” aprovecho para rendir homenaje a todas las mujeres del mundo porque son el
portal de la vida y la sabiduría de este mundo.
Como obsequio a la humanidad les dejo esta meditación
guiada de Louise Hay.