Romper la Constitución, un capricho a la paraguaya



Escribe:
Martín Soto Florián
Director del Grupo Valentín, Abogado PUCP, Chevening Scholar, MSc (c) Social Policy and Development por la London School of Economics. @MsotoFlorian


Hace unos días, Paraguay lanzaba su marca país; hoy amanece con cerco policial, portatropas y equipo antimotines, y una tensión enorme en alrededores del Parlamento. La razón, la insistencia por parte del partido del presidente Cartes y del partido del expresidente Lugo en modificar la Constitución para que sea factible la reelección presidencial que hoy por hoy no es posible  [lo que ad portas del cinco de abril, nos recuerda al hoy interno Fujimori cuando defenestro a los magistrados del Tribunal Constitucional quienes se opusieron a su interpretación auténtica que permitía su reelección].
¿De qué se trata lo ocurrido?
El artículo 229 de la Constitución del Paraguay establece que tanto el Presidente como el vicepresidente solo tienen cinco años improrrogables; para su modificación se requiere, conforme al artículo 290 que regula las enmiendas a la Carta, de la mayoría absoluta de la cámara, y si la cuestión se rechaza, esta solo podrá volverse a ver un año despues. 

La reforma constitucional para que se produzca la reelección presidencial ya fue rechaza en agosto del 2016, por lo que no puede aprobarse al caballazo como han hecho el día de hoy, 25 de los 45 senadores.
Si se quisiera insistir en esto de la enmienda constitucional, el camino sería una Convención Constituyente, lo que no ha ocurrido. Tanto el Partido Colorado como el Frente Guasú, así como Lugo y Cartes le deben una explicación al pueblo paraguayo y también a la región, pues son sus apetitos los que se encuentran detrás de la violencia que hoy se ha desatado.

Luego del autogolpe ocurrido en Venezuela, no necesitamos más rupturas con la democracia, ni golpes, ni violencia. No se puede modificar como han hecho el 229 de la Constitución del Paraguay. Los políticos deben aprender a administrar el poder y dejar de poner los apetitos pequeños adelante de los valores cívicos y la República.