Wendell Lira transitó por clubes de tercera y cuarta división de Brasil, en los que cobraba salarios inferiores a los 4000 reales (unos 1000 dólares), según él mismo ha admitido; y se quedó desempleado en julio pasado hasta que su nombre apareció en la lista de finalistas del Puskas.
"Es difícil vivir del fútbol", había declarado en una entrevista. Wendell se formó en las filas del Goiás, llegó a ganar un premio al jugador revelación en un torneo juvenil en 2006, pero una seguidilla de lesiones lo obligó a pensar en terminar con su carrera deportiva.
Llegó a dejar el fútbol y se dedicó a ayudar a su madre en la cafetería donde trabaja, pero se dio una segunda oportunidad y se enroló en el Goianesia, el club de cuarta división con el que, el pasado marzo, marcó el gol antológico que le valió el premio Puskas.
Justo después de anotar ese gol, marcado en un partido de la liga regional del estado de Goiás, el delantero fue contratado por el Tombense, de tercera división.
Su trayectoria en ese equipo fue corta. Le despidieron a los cuatro partidos porque no le gustó al entrenador y se quedó desempleado hasta noviembre pasado, cuando se conoció su nominación al galardón de la FIFA. La notoriedad que adquirió al ser incluido en la lista de finalistas del Puskas le abrió las puertas del Vila Nova, equipo de segunda división de la ciudad de Goiania, con le que firmó un contrato de un año.
El club rechazó informar del valor del contrato del jugador, pero el propio Wendell Lira contó que no gana mucho más que en su época en el Goianesia.
El otro candidato al premio era el italiano Alessandro Florenzi, de la Roma, quien le marcó al Barcelona en el estadio Olímpico por la actual Liga de Campeones. Fue un disparo desde casi mitad de la cancha que sorprendió a Ter Stegen en el 1-1.