KEIKO

Keiko Fujimori - Foto: RPP Noticias
Escribe:
Fernando Alberto Bravo Prado
Estudiante de Administración, con estudios de Lengua, Literatura y experiencia en comercio exterior.

Nadie es culpable por los delitos de los padres; cada ser humano es independiente a otro, y nadie tiene porqué pagar por las culpas de otro ser humano. Por eso es que Keiko Fujimori está libre y nadie la ha procesado por algún delito. Fin de la discusión sobre las responsabilidades penales de los hijos respecto a los delitos de los padres.

Pero esto se trata de política, señores; y en política, para que un hijo pueda realmente desmarcarse de los crímenes de un padre, sea éste un asaltante de bancos, o un dictador asesino; debe alejarse de la criminalidad paternal por completo y forjar su propio futuro político. Un futuro que no reivindique ni evoque en lo absoluto los actos del padre; como ocurrió en Panamá con Martín Torrijos, hijo del dictador y criminal Omar Torrijos; por citar un ejemplo, quien hizo un gobierno totalmente distinto al del padre, y forjó su futuro político desde el PRD, sin revalorar los actos de gobierno del dictador progenitor.

El caso de Keiko es diferente, como es evidente.

Sin Alberto Fujimori y su recuerdo, Keiko sería una persona cualquiera, que jamás hubiese podido soñar siquiera con gobernar el Perú; debido a que el único logro que ha tenido en su vida es el haber sido engendrada por Alberto Fujimori.

Dicho de otra forma, Keiko es una persona que jamás trabajó en el sector privado (ni siquiera ha administrado un restaurant o un negocio propio), y que cuando trabajó para el estado como congresista (cargo al que accedió por el apellido) dejó mucho qué desear de su desempeño, al tener una producción prácticamente nula en proyectos legislativos.

La fama de Keiko emana y se alimenta de la fama del padre, y su popularidad proviene de la gran capacidad que tuvo para organizar una agrupación política en nombre de su papá encarcelado; la cual, después de pasar por etapas de “ensayo y error” y después de caer en algunos fracasos, ha logrado consolidar operadores y bases en casi todo el país, para lo cual siempre recibió la ayuda del padre y su asesoramiento continuo; es por ello que todos los postulantes a las curules y los dirigentes políticos de Fuerza Popular desfilaron siempre por la celda de Fujimori en la DIROES, a fin de poder recibir el visto bueno del exdictador, y hacer las coordinaciones del caso con el jefe real de la agrupación.

Me causa risa escuchar a algunos periodistas cuando hablan de Keiko y su supuesta trayectoria, como si estuviesen hablando de Winston Churchill, o un político de talla similar.

Lo digo con toda claridad: Keiko no existe sin el padre. Sólo es un apéndice de él.

Keiko Fujimori hizo una carrera universitaria financiada con el dinero del fisco peruano gracias a su padre (supongamos que Keiko no sabía que la plata era robada) y alternó estos estudios con el cargo de “primera dama” del Perú, en el cual definitivamente tuvo que ser testigo de todos los atropellos perpetrados en los años mozos del fujimorismo (¿debemos suponer que de eso tampoco se daba cuenta?).

Luego de que su padre huyera del país como un cobarde al abandonar el poder, y después de estudiar una maestría, Keiko regresó al Perú para tomar las riendas del negocio familiar (la política) y dejó en claro que toda la estructura de su agrupación, se basaba en las formas, logros y acciones del gobierno de su padre, en todos los niveles: sean actos buenos, malos, o atroces; sin el cual no habría partido ni candidata ni fujimorismo. Ese “legado” es su principal baluarte, y actualmente esquiva y niega ese legado a través de una estrategia política que no engaña a nadie. El fujimorismo es un solo paquete, no es que se pueda elegir el combo 1: (autoritarismo despiadado, corrupción y muchas obras), o el combo 2: (autoritarismo moderado, poca corrupción, y mucha “mano dura”); ¡no!… cuando te compras al fujimorismo, lo compras completo: con todo su asistencialismo, sus portátiles, sus crímenes, sus toneladas de corruptos, sus cinismos, sus impunidades, sus miserias morales, sus asesinatos, sus esterilizaciones forzosas, sus grupos de aniquilamiento paramilitares, sus manipulaciones del sistema legal, sus “técnicas” para comprar canales de televisión y periodistas, sus colaboraciones con el narcotráfico, sus montesinos, sus ONPES manipuladas, sus jueces y fiscales arrodillados, sus Tiwinzas, sus renuncias por fax, sus AFPS a las que ahora traicionan sin asco, sus ventas de las empresas del estado, sus robos de los dineros de las privatizaciones, sus psicosociales, sus periódicos chicha, sus carencias de doctrinas políticas, sus re-reelecciones, sus fraudes electorales… así como también su efectividad para combatir agrupaciones terroristas, su empuje para hacer obras de infraestructura, su sagacidad para entregar títulos de propiedad a diestra y siniestra… lo adquieres completo y no hay concesiones para obtenerlo de manera parcial. Te llevas todo: lo bueno, lo malo, y lo horrible.

Es un verdadero acto de cinismo por parte de Keiko el decir que el autoritarismo de su padre, como estilo de gobierno, sería irrepetible por el fujimorismo actual, y el atreverse a despotricar del 05 de abril de 1992 (fecha de nacimiento del Fujimorismo) fue un acto de una desvergüenza francamente repugnante por parte de Keiko; y digo esto porque es precisamente ese autoritarismo el que las muchedumbres extrañan, evocan y reclaman… y votan; es ese autoritarismo lo que representa al fujimorismo y lo caracteriza, es ese autoritarismo, por último, lo que es el fujimorismo, y Keiko y su padre lo saben muy bien.

Sus votantes quieren ese autoritarismo como una esperanza para combatir a la delincuencia actual: secuestradores y asaltantes (el “Sendero Luminoso” de nuestros tiempos); o sea: delincuentes para acabar con los otros delincuentes.

Sus votantes creen ver en ella a una especie de cachaca que pondrá orden en la casa, así como muchos sentimentales decían a inicios de los noventas que acá en el Perú hacía falta un Pinochet. Sus votantes agradecen a Fujimori el haber vencido al terrorismo, y el haber construido muchas obras de infraestructura; el resto les tiene sin cuidado y la democracia les importa un pepino. Al carajo con el equilibrio de poderes, entonces; al carajo con las elecciones libres, al carajo con las instituciones y todo el ordenamiento jurídico, al carajo con todo, con tal de tener agua, carreteras, y los delincuentes bien muertos, o bien presos. Eso explica el resultado electoral del 10 de abril de 2016. 

La corrupción, en los tiempos de Alberto Fujimori fue inconmensurable, y eso creo que sí, es realmente irrepetible. Si Keiko accede a la presidencia (ni proponiéndoselo) podría devastar al país como lo hizo su padre. Ni liberando a toda la banda lo veo factible; aunque nunca se sabe.

Hace algunos años dimos al mundo la idea de ser un país digno, un país que era capaz de encarcelar a sus presidentes corruptos. El día que le abran la celda a Alberto Fujimori, ¿daremos al mundo un nuevo espectáculo? ¿El de la impunidad disfrazada de perdón?  

Probablemente gane Keiko. Eso sí, después no digan que no se lo advertimos al Perú, y que cuando empiece el saqueo del estado, y cuando con esa mayoría parlamentaria se intenten perpetuar en el poder, y cuando los noventas vuelvan con todo su horror y toda su mugredad, que no expresen en una maldita encuesta que fue un error elegir a Keiko, y que darle una segunda oportunidad a este clan fue perjudicial para el país... que no lo digan por favor.


Probablemente gane Keiko porque eso es lo que el Perú se merece. Y claro, como siempre, los que se encargarán de recobrar la democracia y la dignidad no serán esos votantes. Que eso tampoco lo digan, por favor, porque callando sus bocas le hacen un homenaje involuntario a los que creemos que el Perú es mucho más que un par de carreteras, una decena de colegios nuevos, y un reguero de terroristas muertos.