Se sabe que el Perú es uno de los países de América Latina que lleva gran porcentaje de violencia contra la mujer y lo peor de todo esto es que a las autoridades parece importarles nada.
¿La prueba?, los casos que han saltado a la luz en estos últimos días, casos que el Poder Judicial pretende minimizar.
Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) en lo que transcurre del año, 54 peruanas fueron víctimas de feminicidio, además existen 118 casos de tentativa de feminicidio; en el 2015, hubo 95 feminicidios y 198 casos de tentativa. ¿Hasta cuándo seguiremos esperando que se nos deje en último lugar como si nuestra vida no importara?, ¿acaso tenemos que morir masivamente para que recién tomen medidas necesarias para evitarlo?
Este problema no es actual, pues en nuestro país se sigue culpando a la mujer. ¿Increíble?, lamentablemente es la realidad; basta con oír los comentarios sinsentido tales como: “ella se lo buscó, por andar sola”, “por vestirse provocativamente”, frases emitidas no solo por parte de muchos hombres sino también de mujeres.
Parece que en nuestro diverso y pluricultural país, al cual se lo halaga constantemente por poseer una de las mejores gastronomías así como por sus destinos turísticos, se olvida que también existen personas y no objetos que puedes utilizar en tu comercial de cerveza o en tu programa de espectáculos. Existe aún la tendencia de querernos valorar más únicamente por nuestra belleza física –la cual, a propósito, está estandarizada bajo modelos estereotipados-dejando de lado que tenemos la capacidad de pensar, de no quedarnos calladas, de rebelarnos, de luchar.
Esto es una cuestión de formación que una va construyendo desde el hogar, en el colegio, en la universidad o en el trabajo. Si hoy haces nada por buscar que se nos respete, de exigir tus derechos, mañana no llores si le paso a tu amiga, pareja, tu hermana, tu hija, tu madre o a ti misma.
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