El Espiral


El espiral es un arquetipo muy recurrente en la naturaleza y en el arte de todas las culturas humanas. Sin ir muy lejos las encontramos en los geoglifos de Caral - la segunda civilización más antigua del mundo después de Mesopotamia - y en las Líneas de Nazca en Perú.
En el mundo arquetipal significa “fertilidad”, “el inicio y el fin”, “nacimiento y finitud”, “transformación” y en esa alusión nace este espacio con el fin de contribuir en el crecimiento y desarrollo personal de cada ser.

El ser humano está inmerso en un proceso constante de impermanencia es decir, nace-muere a cada instante, como bien lo señala Heráclito en su frase conocida: “Todo fluye, todo está en movimiento y nada dura eternamente. Por eso no podemos descender dos veces al mismo río, pues cuando desciendo al río por segunda vez, ni yo ni el río somos los mismos”

Sin embargo ese proceso pasa desapercibido dado que vivimos inmersos en la rutina de la vida: trabajo, estudios, familia, etc. más aún en estos tiempos donde se vive esta declaración “Todo es para ayer” y ya no das espacio ni para respirar, dejando de vivir “el presente, el aquí y ahora” Hasta que se crea un punto de quiebre en tu vida (desde afuera o por ti mismo) y podríamos denominarlo “la muerte iniciática” que es una forma de despertar o renacer; en la India se le denomina “el nacido dos veces” y en esa fase, naces a una forma de sentir, ver, de percibir; esta muerte iniciática se manifiesta a través de: La enfermedad, vejez o muerte, para los budistas son “los mensajeros divinos” porque a través de ellos tu vida cobra otro sentido, en ese momento o en otro.
San Juan de la Cruz (1542 – 1591), en su Libro “La noche oscura del alma” transmite esa sensación del morir, aquí un poema acompañado del fondo musical de Loreena Mc Kennitt quien compuso una canción inspirada por este poema.



La noche oscura


Canciones del alma que se goza de haber
llegado al alto estado de la perfección,
que es la unión con Dios, por el camino
de la negación espiritual.

1. En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

2. A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada:
oh noche que juntaste
Amado con Amada.
Amada en el Amado transformada!

6. En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

8. Quedéme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.