Escribe:
Manuel Calongos Curotto
Arqueólogo
En los últimos días el tema de Cultura en los planes de gobierno de los candidatos a la Segunda Vuelta (Fuerza Popular y Peruanos Por el Kambio) se ha puesto sobre la mesa. Lamentablemente, esto solo se ha dado por los lapsus de algunos de los virtuales congresistas y asesores de Fuerza Popular, así como por las desafortunadas palabras de Kuczynski en San Juan de Lurigancho refiriéndose a una huaca.
Sin embargo, ¿qué es realmente lo que proponen estos candidatos? Si
bien existen una gran diferencia entre la cantidad de espacio dada en los respectivos
planes de gobierno, en líneas generales las propuestas son sumamente similares
enfocándose principalmente en las cualidades para el desarrollo económico del
Patrimonio Cultural, material e inmaterial, y de las Industrias Culturales.
El plan de gobierno de Peruanos Por el Kambio es el más extenso de
ambos. En el caso específico de Cultura, y como en los demás temas, se
desarrolla un pequeño balance del problema de dicho sector. Se menciona temas
que, para quienes somos participes activos en el sector, no es ninguna novedad:
el bajo presupuesto que se le da al sector, el desinterés histórico de los
gobiernos de turno, entre otras cosas.
En cuanto a sus propuestas, estas son claras y concisas: Implementar
un Plan Nacional de Cultura, incentivar el financiamiento del Sector Privado,
desarrollar estrategias conjuntas entre el Ministerio de Cultura y el
Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, capacitación a los funcionarios de
la Direcciones Desconcentradas de Cultura, otorgamiento de becas a gestores
culturales y jóvenes artistas destacados, etc. Pero, ¿cuál es realmente el trasfondo
de todas estas propuestas? En general, es el aprovechamiento del sector como
una forma de desarrollo económico dentro del sistema actual. No sólo es el
cuidado y puesta en valor de los sitios arqueológicos, sino también el estudio
y aprovechamiento de las lenguas originarias para introducir a las comunidades
nativas y campesinas al sistema económico: para otorgarles darles calidad de vida.
Entonces, podemos decir que la base de las propuestas en Cultura de Kuczynski
es la de mejorar el aprovechamiento económico de los recursos culturales para
el desarrollo económico. En otras palabras, es hacer que la población y el
Estado se vea beneficiado del Patrimonio Cultural además de dar sostenibilidad
a las Industrias Culturales para que su aporte al PBI sea mayor.
Por otro lado, pero no muy alejadas, tenemos las propuesta de Fuerza
Popular. Las propuestas son bastante generales y muy similares a las de
Peruanos Por el Kambio y van por el mismo camino: el aprovechamiento de los
recursos e industrias culturales para el desarrollo económico.
Ante estas propuestas surge una interrogante esencial: ¿Es acaso el
rol del Ministerio de Cultura limitarse al inventario de las manifestaciones
culturales, o “recursos culturales”, y al desarrollo de las Industrias
Culturales solo para el beneficio económico de la población?
La respuesta, evidentemente, es un rotundo no. El Sector Cultura
debería ser uno de los pilares de la gestión estatal. Como se ha dicha hasta
por gusto en esta campaña, el Perú es un país multicultural. Pero en realidad
se ha hecho poco o nada frente a esta situación. Durante décadas las decisiones
y los modelos económicos se han visto priorizados sobre el respeto a los
multifacéticos y múltiples rasgos culturales de cada región del país. Múltiples
Decretos Supremos se han dado sin siquiera conocer la realidad cultural de las
áreas geográficas afectadas.
Un ejemplo claro es el Baguazo. La historia hubiera sido muy diferente
si en vez de priorizar la aplicación de paquetazos
de Decretos Supremos, en pro del TLC con Estados Unidos, se hubiera buscado un
diálogo real, con la intervención del Ministerio de Cultura y/o de
especialistas como sociólogos y antropólogos. Si en vez de buscar hacer
entender a la población awajún se hubiera buscado un verdadero diálogo,
respetando las creencias de los grupos nativos, quizás no hubiera habido policías
ni civiles muertos.
Ahora vale aclarar algunas cosas. No es que no sean necesarias
políticas para el aprovechamiento del Sector Cultura en materia económica. De
hecho eso sería sumamente saludable para la inclusión de comunidades rurales o
peri-urbanas. Sin embargo, el Ministerio de Cultura no puede limitarse sólo a
eso. Además, es cierto también que urge una reingeniería de este. La creación
de dicho Ministerio de hizo arrastrando los grandes problemas del ahora
desaparecido Instituto Nacional de Cultura (INC): la extrema burocratización,
la debilidad institucional, la falta de un marco legal claro, falta de claridad
en sus funciones, etc.
Creo firmemente que el Ministerio de Cultura debe ser una institución que
no solo vele por la protección y aprovechamiento del Patrimonio Cultural e
Industrias Culturales, sino que busque el entender el gran bagaje multicultural
del Perú para el desarrollo de políticas claras de inclusión social y
desarrollo. Este Ministerio debe ser el que dé el primer paso para crear
políticas de desarrollo sostenible teniendo en cuenta las particularidades
culturales de cada región, no buscando imponer sino dialogar. Un Ministerio
cuyo objetivo principal sea la disminución de las brechas de desigualdad
causadas por el poco interés de aceptar nuestra diferencias como país y que no
busque meter a toda la población dentro de un mismo saco. Además, el Ministerio
de Cultura debe ser una institución que incentive, desde el Estado o el sector
privado, la investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, y que no se
restrinja solamente la difusión de ferias, coloquios, conferencias, conciertos o
concursos.
Es evidente que estos cambios necesarios no han sido del interés de
ninguno de los candidatos que han pasado a Segunda Vuelta. También es evidente
que, en ambos casos, la prioridad está en el desarrollo económico entendiéndolo
como el crecimiento del PBI y en la reducción de los procesos administrativo
que “traben a la inversión privada”. Sin embargo, considero que como
ciudadanos, y especialmente aquellos que estamos inmerso dentro de la labor cultural,
debemos bregar por fortalecer institucionalmente al Ministerio de Cultura. Para
que la Cultura deje de ser “una traba para el progreso” y se convierta en una
forma de desarrollo sostenible alternativo pero, más importante, en una forma
de darle la debida importancia a nuestro hermanos de las regiones fuera de Lima
y no observarlos como algo exótico o curioso, imponiéndole muchas veces
políticas públicas que muchas veces afectan su forma de vida sin siquiera
tomarlos en cuenta.